¿Desde cuándo pagamos a hacienda? conoce ‘el catastro de ensenada’, la primera declaración de la renta
¿Cuánta gente hay en este pueblo; Cuántas cabezas de ganado? ¿Y árboles? ¿Y plantaciones? ¿Y cuántos bares, mesones, panaderías y carnicerías? ¿Cuántas casas? ¿A quién pertenecen? ¿Y cuántos hospitales? Entre 1750 y 1754 un pequeño batallón de pacientes encuestadores recorrió España para conocer exactamente el patrimonio nacional.
Fue la primera vez en la historia que se hacía una medición de tal calibre, y se llamó "el catastro de ensenada" porque quien lo promovió fue el marqués de la ensenada, uno de los ministros más destacados de la historia de este país. Por cierto, catastro viene del griego antiguo y significa 'lista' o 'línea a línea', según la academia de la lengua.
El 'interrogatorio' constaba de 40 preguntas y era realmente exhaustivo. Se pretendía conocer hasta el número de 'pobres de solemnidad', la ocupación de 'albañiles, canteros y herreros', las casas habitadas o en ruina, los ríos y las barcas, cuánto se pagaba a los jornaleros al día, los conventos, las cargas impositivas y hasta si el rey tenía finca.
El marqués de la ensenada, ministro de hacienda, convenció al Rey Fernando VI de crear una 'única contribución' es decir, un solo impuesto para todos. La operación se llevó a cabo en la Corona de Castilla, que abarcaba todo el país excepto en País Vasco, pues gracias al apoyo de los vascos a la corona durante las guerras de secesión de Felipe V, les mantuvieron sus fueros y les eximieron de pagar impuestos.
Fin de los privilegios
La idea era recopilar datos de 13.000 pueblos (hoy hay 8.000 municipios en España), y tener la primera gran estadística del país. La encuesta la realizaron tanto los funcionarios desplazados a los lugares, como los alcaldes de los pueblos, en caso de que el rey les encomendase la labor.
En realidad, ahora que estamos en época de declaración de la renta, el catastro era ni más ni menos que la primera declaración de la renta de los españoles. El objetivo era unificar las contribuciones de los ciudadanos a la corona, y crear un impuesto sobre renta único, que como hoy, fuera proporcional al patrimonio o a la riqueza de cada uno. Y desde luego, saber cuántos nobles y curas tenían el privilegio de no pagar impuestos, cosa que la corona no estaba dispuesta a seguir aceptando.
Desde los tiempos de la reconquista, había en España un maremágnum de impuestos provinciales entre alcabalas, diezmos, tercias, sisas, regalías y derechos, que ya la adelantada Reina Isabel la Católica quiso unificar, dejando en su testamento la orden de que se suprimieran tantos impuestos, se unificaran y sobre todo, fueran justos.
¿Cómo se hizo?
Se calcula que durante cuatro años, cien funcionarios (acompañados de un equipo) estuvieron realizando esta labor a lomos de jacas o caballos. Determinaron que la población estaba compuesta por 9,4 millones de personas.
¿Y cómo trabajaban estos intendentes? Así lo explica el portal del ministerio de cultura que informa de esos archivos. El intendente de la provincia enviaba una carta al alcalde anunciándole la fecha de su llegada. El alcalde debía pronunciar un pregón y exponer públicamente el bando, que anunciaba la llega de la comitiva 'por orden del rey'.
El alcalde y los regidores elegían los miembros del Ayuntamiento que debían responder al interrogatorio; Elegían dos o más peritos entre las personas que mejor conociesen las tierras, frutos y, en general, todo lo referente al lugar (su población, sus ocupaciones, sus utilidades, ganados, etc.).
El intendente llegaba acompañado de "un asesor jurídico, un escribano y los operarios, agrimensores y escribientes". Mandaba citar al alcalde, regidores y peritos y cura párroco para un día, hora y lugar determinados.
Durante el interrogatorio, un escribano anotaba las respuestas literales. Al final, las autoridades y testigos firmaban el documento, menos el cura párroco. Con esos datos se elaboraba un posterior documento, que iba acompañado de dibujos de los terrenos, las lindes y los ríos.
Un fracaso.
Lástima que al final, no se pudo imponer la 'única contribución' que deseaba la Corona de Castilla, pues los nobles se opusieron a la medida. Sin embargo, quedó un ingente volumen de documentos que hoy están en los archivos históricos provinciales y además hay una copia compulsada en el prodigioso archivo de Simancas, en Valladolid.
Estos catastros se pueden consultar por internet y se trata de las respuestas de 13.000 municipios, estampadas en 350.000 imágenes, que según el portal pares están realizados "con una letra caligráfica muy cuidada, de fácil lectura y sin apenas abreviaturas; Muy pocas páginas presentan problemas de legibilidad, como tintas desvaídas o traspaso de tintas del reverso.