En la era del coronavirus, gafas y mascarillas se convierten en un dúo quizá necesario, pero no demasiado bien avenido por culpa del vaho que empaña los cristales. Un hecho natural que se produce por la diferencia de temperatura entre las lentes y el aire que exhalamos, tal como explica Juan Carlos Mora, óptico-optometrista de Óptica Roma. “Cuanto más frío esté el cristal y más calor le transmitas a través de la respiración, más se va a empañar; por eso, en verano las gafas se empañan menos que en invierno”, detalla. Ahora bien, quienes deben combinar gafas con mascarillas pueden estar tranquilos: además de existir algún truco para paliar este problema, también se comercializan productos (e incluso lentes) para eliminar este inconveniente. El experto responde esas y otras cuestiones que nos permitirán mantener este complemento con la higiene que, ahora más que nunca, merece.
Gafas empañadas: ¿influye el tipo de cristal?
Que las gafas se empañen más o menos, ¿tiene que ver con el tipo de cristal con el que están fabricadas? En España, el 95 % de las lentes que se venden son orgánicas, mientras que el 5 % son minerales, es decir, de vidrio de toda la vida. “La ventaja de las lentes de cristal orgánico es que no pesan y no se rompen (aunque resultan más delicadas); además, no mantienen tanto el frío como las lentes minerales, lo que hace que se empañen algo menos que estas últimas”, afirma el experto.
¿Existen filtros para evitar el vaho?
¿Hay gafas con filtros especiales en sus lentes para evitar el empañamiento? En efecto, existen y responden a un sistema patentado (llamado OptiFog) que se lleva comercializando desde hace tiempo. “Antes se vendían poco porque estaban concebidas para perfiles de gente muy concretos, personas con mucha sudoración, que trabajan en cocinas o en puestos de trabajo que requieren el uso de mascarillas”, explica Juan Carlos Mora. “El inconveniente es que no basta con poner ese tipo de lente a la gafa: su efecto antivaho se activa solo al aplicar en el cristal un gel especial (del propio fabricante) una vez al día”.
¿Hay productos que eviten la condensación?
Una de las soluciones más demandadas es el gel antivaho que comercializan las ópticas, un producto que con el uso de mascarillas ha disparado sus ventas, según el experto: “Antes vendíamos un envase al mes, sobre todo, para deportistas; ahora, en un día llegamos a dispensar 40 unidades”. Esta gama de líquidos se presenta en dos formatos de aplicación: uno en forma de espray que pulverizas sobre la lente y, después, frotas con una gamuza; otro es una especie de roll on que basta aplicarlo por el cristal.
“Lo bueno de estos productos es que conservan la calidad de los cristales puesto que no llevan ingredientes abrasivos en su formulación”. Su fórmula es inocua para las lentes, ¿lo es también para nuestros ojos? Absolutamente, además de no dañar nuestra salud ocular por estar elaborados con ingredientes antialérgicos, “estos líquidos impiden que la imagen que ves se distorsione y permite que la visión sea nítida y transparente”.
¿Existen métodos caseros que funcionen?
Además de los geles y el tipo de cristal, ¿hay algún método casero (pero recomendable por un óptico) para evitar que los cristales se empañen? La colocación de las gafas también contribuye a regular la temperatura entre el cristal y el aire exhalado y, consecuentemente, propiciará que la condensación sea menor o mayor. “Cuanto más acercas la gafa a la cara, más vaho se produce porque esa proximidad hace que transpire menos. Esa separación se logra mejor cuando usas gafas que llevan plaquetas en el puente que apoya en la nariz, ya que se pueden adaptar y cerrar un poco. Las monturas de pasta, que no tienen esas plaquetas, y por tanto van más pegadas al rostro, se empañan más que las gafas metálicas. Las llamadas monturas al aire (aquellas cuyas lentes se sujetan a la montura solo por su parte superior) se comportan igual que estas últimas, puesto que también llevan plaquetas y se pueden modular para una posición más adecuada”.
¿Es importante la higiene de las gafas?
Con la llegada del coronavirus a nuestras vidas, ¿es preciso ser más escrupulosos aún con la higiene de nuestras gafas? Según un documento firmado, entre otros órganos médicos, por la Sociedad Española de Oftalmología, hay evidencia científica de que el coronavirus “puede infectar la conjuntiva y causar conjuntivitis, y las partículas del virus están presentes en las secreciones oculares”. Hay que tener en cuenta, tal como asegura el Journal of Medical Virology, que “no existen evidencias científicas de que el uso de gafas proteja frente a la COVID-19 u otras transmisiones virales”. Por tanto, hay que extremar las medidas de higiene para evitar contagios. “Ahora, más que nunca, hay que ser muy escrupulosos con la higienización de las gafas. No basta usar solo la gamuza, porque lo único que eso va a hacer es extender las partículas que queden adheridas a las lentes”, matiza el óptico.
¿Cómo limpiar los cristales?
Sean de cristal orgánico o mineral, el consejo básico del experto es “lavar las gafas con agua y jabón de manos (mejor con un pH neutro) debajo del grifo, igual que te lavas las manos. Siempre con agua fría y nunca con agua caliente, ya que no vas a desinfectar más porque el agua esté a muchos grados. Porque si las gafas llevan incorporado a sus lentes algún tipo de tratamiento (por ejemplo, antirreflejante), si las lavas muy frecuentemente con agua muy caliente, terminas destrozando la capa exterior”. También podemos recurrir a espráis limpiadores de venta en ópticas, “que son estupendos para dejar los cristales limpios, pero que no sirven para una desinfección plena”.
En caso de que las gafas sean de sol con lentes tratadas, ¿necesitamos productos específicos para desinfectar los cristales? Aunque los cristales reciban un tratamiento especial para ser polarizados o fotocromáticos (es decir, cambian de color dependiendo de si estamos en un interior o en un exterior), “las pautas de limpieza deben ser las mismas: agua fría y jabón de manos, preferiblemente neutro”.
¿Qué productos de limpieza quedan descartados?
No todos los productos químicos de higiene pueden usarse para la limpiar las gafas. Debemos descartar cualquier producto que tenga en su formulación algún componente abrasivo o irritante, como gel hidroalcohólico, agua oxigenada, lavavajillas, alcohol, lejía… “No solo porque destrocen las lentes orgánicas –que pierden sus propiedades–, sino también porque estropean las monturas de metal y, especialmente, las de pasta”. Estos consejos son aplicables también a la hora de limpiar las monturas, “porque ya sean de pasta o de metal, con un gel o líquido abrasivo, las estropearías”.
¿Existe algún otro método para desinfectar las gafas?
Sí, hay unos aparatos de rayos ultravioletas para desinfectarlas, muy utilizados en los establecimientos de óptica y optometría. “Un minuto o minuto y medio con las gafas dentro basta para desinfectarlas sin perjudicar los materiales. Pero no es habitual que el público general tenga ese tipo de aparatos en casa”, concluye Juan Carlos Mora, quien declara absolutamente prohibido utilizar el lavaplatos para higienizar las gafas: “En un lavavajillas el agua puede alcanzar hasta 60 ºC, lo que sería letal para las lentes orgánicas y para las monturas. Y, por supuesto, tampoco hay que meterlas con agua en el microondas“.
¿Y cómo hay que desinfectar los filtros que se añaden a algunas monturas de ver para convertirlas en gafas de sol? “Esos suplementos solares –que se han puesto de moda porque resultan muy cómodos de quitar y poner, en especial los que se fijan a las gafas mediante imanes– están fabricados con lentes orgánicas; por tanto, para desinfectarlos bastará agua fría y jabón de manos”.
¿Con qué secar los cristales tras lavarlos?
Según el experto, “lo mejor es hacerlo con una gamuza de microfibra de las que te dan en las ópticas con las gafas. Puedes también usar un pañuelo de papel algo húmedo, para no rayar las lentes. Nunca debemos utilizar ropa que llevemos puesta, un gesto que resulta muy habitual, pero que no es nada recomendable. Antes estaba mal, pero en época de coronavirus está aún peor: además de rayar los cristales, puedes contaminar las gafas sin querer”.
Artículo publicado en Erosky Consumer