¿Cómo pueden las ciudades ser más seguras? ¿Cómo debe planificarse el urbanismo para lograr ese objetivo? ¿Y qué puede hacerse desde la arquitectura? Abordamos este interesante y más que necesario debate.

No vamos a extendernos aquí con cifras de robos o de delitos sexuales: la inseguridad ciudadana, en este caso, la sentida por las mujeres cuando caminan por las calles de las ciudades es algo que en los últimos tiempos está generando ríos de tinta.

Pero si nos apetece abordar qué se puede hacer desde el urbanismo, el diseño de las ciudades y la arquitectura, para que nuestras ciudades sean más seguras para las mujeres, en primer lugar, pero para todos en general.

“Desde la perspectiva de género, un entorno habitable es esencialmente el que lucha contra la prevención de las violencias machistas, la percepción de inseguridad por parte de las mujeres y la inclusión de sus necesidades en la planificación. De esta manera la población femenina vive la ciudad en igualdad de condiciones que los hombres”, comenta Norma Rey, geógrafa responsable de urbanismo de género en la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona.

Tanto el urbanismo como la arquitectura conforman el espacio que habitan las personas y sus relaciones con los demás, es por ello que son dos pilares para la construcción de entornos habitables.

Las medidas de seguridad pueden introducirse en varias áreas: “La iluminación pública de las calles ha de pensarse tanto para iluminar como para no dejar rincones oscuros, para ello las farolas han de situarse más juntas y con diseños que proyectan más la luz. De la misma manera que en los parques y plazas no han de quedar esquinas sin iluminar. Asumiendo que no siempre es posible, hay que añadir la ubicación estratégica de los elementos urbanos: papeleras, bancos, buzones de correos, cabinas, lavabos públicos, etc. no deben situarse nunca en lugares con poca luz o baja visibilidad”, aclara.

Además, “las paradas de autobús deberán estar bien iluminadas, sobre todo aquellas en las que también hagan parada los autobuses de línea nocturnas, además de liberar una franja de visión de aparcamientos para vehículos privados, para ampliar la visibilidad de las personas que estén esperando. Evitar la percepción de aislamiento ayuda a ganar sensación de seguridad. La ubicación idónea de los elementos es muy importante, no aislar las paradas de autobús, las entradas a los metros, etc., colabora a dificultar asilar a una persona para convertirla en víctima”, explica Rey.

 

Hacer un transporte público más seguro

Es importante también, a la hora de planificar la ciudad, que las actividades económicas se mezclen para evitar que los desplazamientos largos sean menos necesarios. “Así, las personas pueden realizar muchos de sus desplazamientos cotidianos con relativa proximidad. El transporte público es el entorno donde se reportan más casos de acoso sexual e inseguridad. En Barcelona, el 42% de los tocamientos sexuales en 2017 se ha producido en el transporte público.

A través de instrumentos de planificación urbana como los planes de movilidad, se están empezando a incluir medidas como la posibilidad de que las mujeres elijan en qué punto pararse de la ruta en los servicios nocturnos, teniendo así que caminar menos. También ayuda la instalación de video vigilancia (las estadísticas en el metro son menores en los andenes, donde hay cámaras, que en los vagones). A través de la movilidad también se minimiza el problema de áreas de las ciudades en las que no llega el transporte público, se pueden mejorar las frecuencias de paso, etc”.

 

Queda mucho por hacer en el diseño de plazas, parques…

Esto en lo que respecta al urbanismo, pero, ¿qué puede hacer la arquitectura? “En el diseño arquitectónico de plazas, parques, accesos al transporte público, equipamientos, e incluso portales de viviendas, hay un gran potencial de trabajo. En una línea paralela al urbanismo, pero a una escala menor, los parques públicos, así como las plazas, han de estar bien iluminados, sin diseños de los que resulten rincones sin luz o zonas de poca visibilidad, planificando la luz del sol y la proyección de las sombras tanto en verano como en invierno. Los accesos han de ser amplios y visibles desde la calle, la vegetación y elementos urbanos existentes no deben impedir ver ni ser vistos”, explica la experta.

En cuanto a los accesos a los transportes públicos, sobre todo los subterráneos, “además de contar con las medidas de seguridad pertinentes han de ser luminosos y espaciosos, evitando los puntos de visibilidad reducida, y con ubicación de espejos para poder ver antes de llegar a giros. Los equipamientos públicos han de seguir la misma estrategia de iluminación, de tipología de espacios, jugar con la ubicación y la dimensión de las ventanas o incluso usar separadores transparentes como divisores. Insistimos en el papel clave que juega el poder ver y poder ser vistos en la percepción de la seguridad... Los portales de las viviendas han de estar siempre iluminados, ya sea de forma permanente o por detección de movimiento, y con espejos en el interior y exterior para poder visualizar las esquinas”.

Evidentemente todo esto es fundamental pero aparte se pueden trabajar otros aspectos como “las campañas de concienciación, los protocolos de actuación contra la violencia machista y el acoso en festivales, fiestas del barrio, etc”, finaliza.

 

Artículo publicado en: Idealista.com

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