Llaves que no giran en el bombín o que ni siquiera entran son dos síntomas inequívocos de que la cerradura está atascada. Es un problema frecuente, más en puertas que apenas se usan, como sucede en los trasteros, segundas viviendas o patios. Pero el arreglo es sencillo. Aceite, vaselina, grafito o parafina son los productos más utilizados para desatascar el cajetín. En este artículo se explica cómo engrasar esas piezas, las soluciones más económicas para el problema y la alternativa de las puertas sin llaves.

Engrasar las piezas

Las cerraduras se atascan cuando alguna de sus partes o las llaves se secan demasiado o se oxidan y necesitan ser engrasadas o lubricadas con alguna sustancia.

La solución más frecuente pasa por desmontar el cajetín -un proceso que requiere algún tiempo y cierta destreza- y pasar aceite o vaselina por las superficies de contacto, con la ayuda de un pincel. Lo conveniente es lubricar las diferentes piezas de manera periódica, sobre todo en el caso de cerraduras que se abren y cierran con poca frecuencia. Los líquidos grasos almacenan partículas de polvo que atascan de nuevo la puerta.

El grafito es un lubricante sólido fácil de aplicar, con un alto grado de durabilidad y resistencia

El grafito es una muy buena alternativa, ya que constituye un lubricante sólido que se emplea en bisagras, ejes y engranajes. No retiene polvo y su durabilidad y resistencia son altas. Este producto de color gris oscuro con brillo metálico se comercializa en recipientes con un dispositivo para su aplicación: se coloca en la ranura de la cerradura para que el grafito se adhiera en su interior.

También hay productos en aerosol diseñados de manera específica para esta finalidad. Antes de adquirirlos, conviene leer las instrucciones de uso y las posibles contraindicaciones, debido a que el empleo de un material inadecuado podría dañar el material de la puerta.

Soluciones y alternativas económicas

Como las minas de los lápices son ricas en grafito, se pueden utilizar para intentar arreglar una cerradura atascada de modo casero. Hay que pintar con un lápiz los dientes de una llave e introducirla en el bombín. Al girar la llave, la cerradura se lubricará y, si el problema no es muy grave, es posible que quede solucionado.

Otra posibilidad muy asequible es el uso de parafina, sustancia que se emplea para la elaboración de velas artesanales. Con ella se debe proceder de la siguiente manera: se sumerge la llave en agua caliente, después en parafina -que se adquiere en farmacias o tiendas especializadas- y se introduce en la cerradura. Al abrir y cerrar varias veces, el mecanismo se lubrica y el problema se resuelve.

Puertas sin llaves

Las nuevas tecnologías avanzan también en una dirección que hace pensar en un mundo en el que las llaves no serán necesarias. Las puertas inteligentes son habituales en coches, hoteles y edificios de nueva construcción. La tecnología RFID permite abrir una cerradura con una tarjeta o un llavero, sin necesidad de emplear llaves. Su uso comienza a extenderse en el ámbito doméstico.

Las ventajas de esta tecnología son varias. Con estas tarjetas, desaparecen las cerraduras convencionales y los posibles problemas que conllevan, como los atascos o la necesidad de cambiar las cerraduras. Por otra parte, las puertas inteligentes también son más seguras: como carecen de orificios, no es posible abrirlas con ganzúas u otros artilugios manuales. Y según el presupuesto que se quiera desembolsar, se pueden incorporar alarmas sonoras para disuadir a los ladrones.

 

Artículo publicado en: Eroski Consumer.

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