06Ene2020

Para ir a una boda o a una fiesta, para una reunión importante o para acudir cada día al trabajo. Alquilar ropa en lugar de comprarla va abriéndose hueco en España poco a poco, según señalan expertos dedicados a este sector, aunque todavía constituye una práctica no muy conocida y funciona sobre todo por Internet. Este modelo pretende evitar que compremos de manera compulsiva cuidando el bolsillo y, de paso, el medio ambiente. Y es que la moda es la segunda industria que más contamina el planeta, por detrás de la petrolífera, según la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD). De hecho, es responsable de emitir más toneladas de CO2 que todos los aviones y barcos cargueros del mundo juntos. En este artículo te mostramos cómo y dónde alquilar ropa, y cuánto te puede costar.

Cómo funciona el alquiler de ropa

De media, el 70 % de las prendas que tenemos en nuestros armarios no se utiliza. Así lo asegura Carlota Urbano, desde la plataforma de ropa de alquiler La Más Mona. Pero hay más cifras. En España, la media de veces que usamos las prendas antes de arrinconarlas en el fondo del armario es "de entre cinco y siete veces", añaden en Ecodicta.

A pesar de estos datos, cada temporada seguimos comprando vestidos, pantalones, camisas, abrigos... que solo utilizamos en contadas ocasiones para después dejarlos olvidados. Por esta razón, algunas empresas se han lanzado al alquiler de ropa, un servicio nuevo en España, "apenas explorado, pero que sin embargo en Reino Unido y Estados Unidos es un modo de vida, una forma de vestir día a día sin necesidad de malgastar dinero en prendas e ir siempre a la moda", tal y como señala Lola Ribas, fundadora de la plataforma Ouh Lo Là. Esta idea también empieza a imponerse entre las cadenas de moda low cost, como H&M, que abrió en noviembre en Estocolmo (Suecia) su primer servicio de alquiler de ropa.

En nuestro país este alquiler está por el momento destinado a las mujeres y funciona sobre todo a través de Internet, aunque alguna de estas plataformas cuenta con tiendas físicas en ciudades como Madrid, Bilbao, Málaga o Valencia, entre otras. Las plataformas que tienen este servicio proporcionan un armario circular casi infinito, y lo hacen "al estilo Netflix" con cuotas y suscripciones.

El modus operandi habitual es rellenar un cuestionario donde se especifica talla, necesidades y gustos y, después, escoger entre varias ofertas (desde unos días hasta un mes de alquiler), que incluyen diferente número de prendas y tienen distinto precio. Tras reservarlo, un mensajero te lleva a casa la ropa y, si es el caso, recoge las alquiladas anteriormente sin necesidad de que las entregues lavadas, ya que de la limpieza de las prendas se encargan las mismas plataformas. El alquiler incorpora también un seguro de daños.

¿Qué tipo de ropa se puede alquilar?

El modelo de alquiler de ropa se inició con el alquiler de vestidos y complementos de fiesta, pero el abanico es cada vez más amplio. Las plataformas apuestan cada vez más por prendas para el día a día, eventos, reuniones, trabajo, citas, salir de fiesta, de calle… con el fin de que no adquiramos ropa nueva que luego apenas usamos. Por eso, los clientes especifican en el cuestionario, además de su estilo y talla, para qué situación es la prenda que desean alquilar y hay estilistas que ayudan en la elección.

¿Y dan la posibilidad de comprar alguna prenda que te guste mucho? Sí. Basta con indicar la pieza en concreto que deseas adquirir y pagar la diferencia de precio para que sea tuya definitivamente.

Los precios del alquiler de ropa

La idea de alquilar ropa parece tentadora, pero ¿sale barato? En algunas plataformas hay una cuota de entrada en torno a los 25 euros y cuotas mensuales que oscilan entre los 40 y los casi 90 euros al mes, según la plataforma y la oferta escogida.

Si se alquila por días, se entregan menos prendas y los precios son también menores. Por ejemplo, hay alquileres de siete piezas durante 15 días por 69 euros. En el caso de los alquileres de ropa de fiesta, los precios varían mucho y dependen de la marca.

¿Se ahorra con el alquiler de ropa?

Alquilar ropa es, en realidad, pagar por el uso. Es un servicio que puede resultarnos aún extraño en este caso pero que utilizamos continuamente en otros sectores: oficinas, coches, hoteles por horas… Las plataformas dedicadas a este servicio destacan tres tipos de ahorro al escoger este modelo de consumo:

  • Ahorro de tiempo. El servicio pretende ayudar a ahorrar tiempo, ya que la prenda se envía a casa, donde también se recoge la del mes anterior (además de ahorrarte el tiempo de salir de compras). 
  • Ahorro de dinero. Por el precio que costaría adquirir 12 piezas de calidad "puedes estrenar hasta 48 prendas de calidad al año". Carlota Urbano añade que el alquiler supone un 30 % del importe que supondría comprarlo "y al alquilar, estrenas cada vez" sin acumular ropa en tu armario. 
  • Ahorro de gastos domésticos. Al alquilar prendas ahorras en lavadora, tintorería, etc. pues las cuotas mensuales incluyen "envío gratuito a domicilio (y, en su caso, recogida), limpieza en tintorerías especializadas, seguro de daños, transporte y servicio de estilista", indica Lola Ribas.

¿Alquilar la ropa cuida el medio ambiente?

Alquilar ropa es una manera sostenible de consumir moda, un servicio de economía circular que intenta que todas las prendas hayan llegado a su uso óptimo antes de que acaben en la basura. No es una cuestión baladí, pues en España “se tiran cada año 900.000 toneladas a vertederos. Hoy en día se llega a tirar ropa incluso con etiqueta sin tener en cuenta que se necesitan 7.000 litros de agua solo para producir un par de vaqueros”, explica Lola Ribas.

Cada vez que se alquila una prenda se deja de fabricar otra y, por tanto, “se eliminan los impactos medioambientales ligados a su producción”, comenta Carlota Urbano, quien afirma que, en su caso, el alquiler de 33.000 prendas ha ayudado a ahorrar 165 millones de litros de agua (el equivalente a 70 piscinas olímpicas) y más de mil toneladas de CO2 (el equivalente a dar 100 vueltas al mundo en avión).

 

Artículo publicado por Blanca Álvarez