El autor cuestiona el mito del ladrillo como inversión con ocho argumentos:
1. La vivienda es un bien valioso pero cree que una casa que no se use es una mala inversión. "Hay que pintarla, arreglarla, mantenerla, pagar la luz, el agua, los impuestos... Si estimamos que el coste de mantenimiento anual es del 1% de su valor, en cien años habremos gastado en mantener la vivienda una cantidad igual a lo que nos ha costado", sentencia.
2. Indica que para que una vivienda alquilada hubiese sido tan rentable como la bolsa en los últimos 100 años deberíamos haber obtenido una rentabilidad anual del 6,08%, que es la revalorización real del índice Dow Jones de la bolsa de Wall Street en los últimos 100 años, incluidos los dividendos y descontada la inflación.
3. No es verdad que el precio de las casas no baje.
4. Todos los inversores pueden comprar acciones pero no es posible que todos compren casas para ponerlas en régimen de alquiler. "No tiene sentido que yo tenga tres casas para alquilarle a usted y usted tenga otras tres para alquilármelas a mí", explica.
5. Invertir en vivienda conlleva muchos más gastos que invertir en bolsa. De entrada, hay que pagar por un piso el 7 u 8% del Impuesto de Transmisiones Patrimoniales, a lo que hay que añadir entre el 1% y el 3% en gastos de registro y notaría. En total, los gastos acabarán rondando el 10% del valor de la vivienda. Pero las comisiones y gastos para comprar acciones oscilan entre el 0,2% y el 0,5%.
6. Para comprar una buena casa hace falta bastante dinero. Por eso mismo, mucha gente invierte en viviendas de baja calidad y en zonas poco atractivas, lo que a largo plazo termina por no ser rentable.
7. La inversión en vivienda no permite diversificar a la mayoría de los inversores, que deben poner todos sus ahorros en un solo bien.
8. Gestionar una cartera de acciones es más fácil que gestionar un patrimonio inmobiliario, apunta Serrano. Comprar o vender una casa es más complicado y lleva más tiempo que hacer lo mismo con acciones.
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