24Mar2020

Vivimos una situación que jamás habríamos imaginado. El brote del nuevo coronavirus (SARS-CoV-2), origen de la enfermedad COVID-19, ha generado una emergencia de salud pública que conlleva el confinamiento de la ciudadanía para frenar la expansión del virus. Y surgen dudas, preocupaciones y una necesidad de respuestas que conviven con gran cantidad de información recibida de forma constante y muchas veces contradictoria; la combinación perfecta para que se extiendan los rumores, mitos o fake news. Estas ideas, sin base científica, se difunden con mucha rapidez a través de las redes sociales, provocando un estado de desinformación que nos hace aumentar la incertidumbre e incluso confiar en soluciones que no tienen ningún rigor científico, arriesgando nuestra salud. Por ello, hacemos una llamada a mantener la calma. Informarnos de manera correcta nos permite luchar contra la desinformación, aclarar dudas y hacer que esta situación sea mucho más llevadera.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) está dedicando muchos esfuerzos a desmentir informaciones falsas. Desde la Fundación Lovexair nos sumamos a esta iniciativa y ofrecemos consejos prácticos para poder contrastar la información aplicados a diferentes rumores que han circulado estos días sobre la COVID-19. Ante cualquier dato o información que nos llegue, deberíamos hacernos estas preguntas.

¿En qué fuente he encontrado esta información? ¿Qué referencias incluye?

Un ejemplo de que la fuente de consulta es importante lo ha demostrado la aparición en páginas web que se afirmaba que “el virus había sido modificado genéticamente para que fuera más contagioso”. No existen evidencias científicas de que esto sea así, y un estudio en la revista Nature lo acaba de desmentir. Por eso es importante contrastar la información en diferentes medios y buscar si contienen referencias y si son de tipo científico o no.

Lo mismo ha sucedido en relación al origen del virus, que aún es incierto. Se sabe que los murciélagos pueden ser vectores, pero no se ha podido confirmar que el brote actual provenga de ellos. Las experiencias previas con otros virus de la misma familia, como el SARS-CoV y el MERS-CoV, han demostrado la capacidad que tiene este tipo de virus de pasar de un animal a los humanos.

¿A través de qué canal recibo la información?

Se han difundido mensajes de voz, donde se afirmó que no era necesario confinarse y diferentes afirmaciones sin base científica acerca de la transmisión. Por ello, es esencial tener una mirada crítica ante la información que nos llega por los medios que no son los que utilizan las instituciones. Un caso claro lo hallamos en los mitos acerca de la transmisión de este coronavirus.

  • El SARS-CoV-2 no puede transmitirse a través de picaduras de mosquitos. Se propaga por las gotitas de saliva que se producen cuando la persona infectada tose o estornuda. Estas gotitas pueden ser inhaladas por otras personas o depositarse en objetos y superficies. Para evitar contagios, la persona que tose o estornuda debería cubrirse con el interior del codo.
  • La distancia a la que llegan las gotitas es entre uno y dos metros, no a ocho metros como también se ha dicho.
  • La supervivencia del coronavirus sobre los objetos, según los datos más recientes, va desde 40 minutos a varias horas e incluso días, dependiendo del tipo de material, por lo que el riesgo de infectarse existe cuando se tocan diferentes superficies. Por ello, es clave lavarse las manos una vez que se manipulen objetos y mantener limpios, por ejemplo, el teléfono móvil y los utensilios que usemos.

¿Cuál es el mensaje de las instituciones oficiales?

Las fuentes oficiales tienen canales propios de divulgación. Es importante conocer cuáles son y estar pendientes de sus indicaciones.

El ejemplo lo vemos a raíz de unas declaraciones emitidas en televisión: empezó a circular la idea de que el ibuprofeno era contraproducente, generando una gran alarma y confusión. Unas horas después, el Ministerio de Sanidad y la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) elaboraron comunicados diciendo que no existen evidencias como para hacer estas afirmaciones.

También estas instituciones deben ser nuestra referencia para contrastar las informaciones contradictorias que podamos encontrar. Una de las ideas más difundidas en este sentido es que el coronavirus afecta solo a personas mayores, cuando en realidad puede infectar a personas de todas las edades, aunque es más probable que las personas con enfermedades crónicas enfermen de forma más grave.

¿Las imágenes que recibimos son actuales y de dónde provienen?

También han aparecido en la Red iniciativas de personas que ofrecían mascarillas realizadas por ellas mismas y vemos en las redes sociales y en la calle a muchas personas con mascarillas como medida de protección.

Según la OMS, las mascarillas solo sirven para prevenir que una persona infectada transmita la enfermedad, no para protegernos de ella. El empleo generalizado de mascarillas está haciendo que se acaben y que los sanitarios o las personas contagiadas no dispongan de ellas.

Además, aunque sean mascarillas planas o con filtro N95, tras lavarlas y/o esterilizarlas con desinfectante de manos, no son reutilizables. Las mascarillas tienen que descartarse tras su uso, evitando tocar la parte frontal y lavándose las manos después.

Una mirada crítica ante la información

Entre la información que circula en las redes aparecen numerosas formas de eliminar al virus, cada cual más peligrosa. Son recomendaciones donde no se puede deducir ni la fuente, ni la institución, ni ningún tipo de firma, fecha o sello. Esto es especialmente preocupante cuando se trata de posibles tratamientos de efectos peligrosos para el cuerpo.

El uso de lámparas ultravioletas para esterilizar cualquier parte de nuestro cuerpo o el uso de cloro para eliminar los virus son medidas muy peligrosas. Recuerda que lo que mejor funciona es lavarse con frecuencia con agua y jabón, sobre todo las manos.

Las vacunas contra la neumonía, la gripe u otro tipo de remedios como comer ajo, aplicar aceite de sésamo sobre la piel, consumir cocaína, tomar suplementos de vitamina C o tomar antibióticos son medidas totalmente ineficaces para prevenir el contagio y tampoco son una cura ante el virus. Se han empezado estudios clínicos, pero hasta el momento no hay ninguna cura. Es necesario crear una vacuna específica y es en la que se está trabajando desde varios países.

 

Artículo publicado por: Elisa Mora y Eva Maroto