28Nov2016
Desde la fundación Hàbitat3, hacen un importante trabajo para responder a las necesidades que despierta el ámbito de la vivienda en Cataluña. ¿Su objetivo? Ayudar en el camino de disponer de una vivienda digna. ¿Y qué es una vivienda digna? Quizá sea la diferencia entre vivienda y hogar, lo que va más allá de un entorno y unas condiciones físicas adecuadas, lo que permita una vida digna. Es, también, disfrutarla sin unos costes que estrujan nuestra economía.

La presidenta de Habitat3 es la economista Carme Trilla, la que fuera secretaria de Vivienda de la Generalitat con el tripartito, y ha publicado un informe en la revista periódica publicada por la Generalitat ‘Nota d’Economia’ con una serie de aspectos que tener en consideración a la hora de disfrutar del derecho universal de la vivienda y evitar las desigualdades que a veces advierte el mercado inmobiliario.

Para que deje de ser un temor, “el acceso a la vivienda debe ser razonable, soportable económicamente, duradero en el tiempo y no traumático”, explica Trilla. Los datos europeos que relacionan el coste de la vivienda con los ingresos de los hogares advierten de un sobre esfuerzo en las familias para hacer frente. En España, la partida de vivienda por hogar fue de media 31,8%, por encima de los países de la Europa occidental, la cual es del 27,6%. Si nos vamos a familias con menos ingresos en España, aún es más elevado el dinero destinado a vivienda: un 36,3% de media. Para los hogares con mayor ingreso, sin embargo, es del 27,6%.

Para ser prudentes y reducir la distancia entre estos dos parámetros, hay maneras de actuar y equilibrarlos. Las dos formas básicas en manos del ciudadano: o aumentar ingresos de la familia y/o reduciendo el coste de vivienda. Sin embargo, no siempre está a su alcance dirigir esos ejes. Por eso, dice Trilla, las políticas estructurales tienen el reto de colaborar a dibujar ese escenario a corto y medio plazo que ofrezca el derecho a la vivienda para todos. Estas son las propuestas que plantean desde Habitat3:

Reforzar la capacidad económica de los hogares. Aunque los indicadores muestran una mejora económica, agunos segmentos de la población quedan exentos de este avance. Conseguir que cualquier persona pueda asegurarse unos ingresos para sus gastos habituales pasa por un salario mínimo interprofesional que responda a esas necesidades básicas, herramienta clave para reducir la desigualdad y reforzar la cohesión social. Otra estrategia que salvaguarde los ingresos de todos los hogares es revisar el sistema de ayudas públicas para personas en el paro o en riesgo de exclusión social y, también, fomentando el alquiler social a través de organismos sin ánimo de lucro.

Ofertas de vivienda asequible. Desde las instituciones, sus políticas de vivienda no deberían solo dar respuesta a la crisis financiera y bancaria, dice Trilla, también priorizar las familias y las problemáticas que han llevado a tener dificultades para acceder a un alojamiento digno. El gasto público destinado a un parque de alquiler social debe aumentar para proteger a familias que no pueden cubrir el coste de la vivienda. De la misma forma, las administraciones públicas deben centrarse también en un control de los precios del alquiler o adquisición de vivienda a través de pactos sociales de mercado y, también, custodiando una reserva de terreno destinado a edificar vivienda social.

Artículo publicado en: Idealista.com